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hibiscus

Entre palabras

¿Por qué nos cuesta tanto escuchar la palabra No? Ya sea dicha desde la ignorancia, desde la tristeza, el desvelo, la ternura, la pasión, el odio, la nostalgia, el desdén. Cuando alguien nos dice No, cuando se abren unos labios suplicantes, imperativos, seductores, soberbios, anhelantes, sorprendidos... para decir No, es necesario que rompamos los temores, las dudas, las ganas y escuchemos, y sepamos que cuando alguien necesita decir No, ya sea este un No rotundo o esperanzador, opresor o dicho desde el olvido, es porque en lo más dentro de sí quiere defender sus derechos a la negación. Yo he sido, y a veces aún soy, un no escuchador del No, pero en alguna ocasión, cuando he visto tambalearse lo que quiero tener, he preferido escuchar y en realidad me ha hecho bien. Sólo me gustaría que cuando yo también diga No, se me escuchara con igualdad de posibilidades, a pesar de que yo sea un soberbio rompedor de negaciones. Con eso me conformaría.

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